Quisiéramos que algunos de estos instantes se extendieran por el resto de nuestra vida y que todos los días estuvieran edificados de magia y sorpresa, pero quizás es en lo efímero de estos trances, en donde habita aquella magia, en su llegada inesperada, en su paso fugaz y en su partida sin vuelta.
Quizás es eso, su fragilidad, lo que convierte estos breves y extraordinarios minutos de nuestra existencia en tesoros que grabaremos en el alma para la eternidad.