Cada ser humano es un planeta plantado en este pedazo de realidad, cada uno carga con su historia, con sus penas, con sus alegrías, con sus miedos, con sus complejos, con sus orgullos, con sus etceteras... cada uno flotando por su órbita... Es en esta realidad en donde día a día, chocamos con otros planetas que van en diferentes direcciones, algunos cambian de órbita y siguen a nuestro lado, algunos pasan a visitarnos y luego parten a otro lugar a cien mil años luz de nosotros...cuantos millones de planetas pasan por nuestras vidas y que lindo es a veces encontrárselos por ahí y luego dejarlos partir quedando con el sabor dulce de haberlos tenido en nuestras vidas, pero que doloroso es darse cuenta de que algunos de estos planetas, satélites o mejor dicho cometas de nuestra vida, al partir, dejan una estela que a medida que la vemos distanciarse toma su verdadero color, cuan decepcionante es ver a esos planteas mostrar su veredero rostro al dejarnos atrás... que difícil asumir su verdadero color, que náusea saber que su bello pasar no era más que un mundo de palabras y gestos vacíos, que poco peso, que poco, que pena, que dolor de estómago ver sus verdaderos colores...planetas que corren del lado de uno a repetir los mismos gestos con otros planetas, que pena, que pena que las personas sean así, vacías y llenas de vicios, que pocos seres saben amar de verdad. Que pena dejan en nuestra vida algunas colisiones planerarias.
Un amigo me contó que estaba muy complicado con una situación de su vida y pensaba en esto mientras se duchaba, cuando de pronto tuvo una iluminación profunda que le aclaró que camino debía seguir, tanto así que salió de la ducha lleno de jabón y shampoo a contárselo a una amiga (psicóloga) pues creyó haber enloquecido, su amiga que le aclaró que no estaba enloqueciendo que lo que le había sucedido se llamaba inside y que era darse cuenta de algo profundamente y asumirlo totalmente, algo así como una iluminación divina, estaba perfectamente bien de su cabeza y que no le pasaría nada...bueno he tenido hoy este mismo episodio...no es primera vez que me pasa en la vida...pero hace mucho no tenía uno y tan revelador, es así tal como lo describió mi amigo, como una cachetada, un aterrizaje, que te mueve algo profundamente...se te prende la ampolleta literalmente...ya estaba bueno ya po'...voy a seguir mi yellow brick road...ja y ya se como hacerlo!!!! Thanks a lot!!!
¿Y qué será, Nathalie, de nosotros. Tú en mi memoria, yo en la tuya como esos pobres amantes que mientras se buscaban de una ciudad a otra, llegaron a morir —complacencias del narrador omnividente, tristezas de su ingenio— justo en la misma pieza de un hotel miserable pero en distintas épocas del año? Absurdo todo pensamiento, toda memoria prematura y particularmente dudosa cualquier lamentación en nuestro caso; es por una deformación profesional que me permito este falso aullido ávido y cauteloso a un mismo tiempo. «Todo es triste —me escribes— y confuso, y yo quisiera olvidarlo todo». Pero te das incluso, entre paréntesis el lujo de cobrarme una pequeña deuda y la palabra adiós se diría que suena de un modo estrictamente razonable. El amor no perdona a los que juegan con él. No tenemos perdón del amor, Nathalie a pesar de tu tono razonable y este último zumbido de la ironía, atrapada en sí misma, como una cigarra por los niños. El viento nos devuelve, a ti en Bonnieux a mí en un París que a cada instante rompe, contra toda expectativa, sus vagas relaciones lluviosas con el sol, el peso exacto de nuestras palabras de las que hicimos un mal gasto al cambiarlas por moneda liviana, pequeñísima, y este negocio de vivir al día no era más que, a lo lejos, una bonita fachada con angustiados gitanos en la trastienda. El viento al que jugamos Nathalie, mientras soplaba del lado de lo real, en la Camargue, nos devuelve —extramuros de la memoria, allí donde el mar brilla por su ausencia y no hay modo de estar realmente desnudo— palmerales roídos por la arena, el sibilino rumor de una desolación con ecos de voces agrias que se confunden con las nuestras. Es la canción de los gitanos, forzados a un nuevo exilio por los caminos de Provenza bajo ese sol del viento que se ríe a mandíbula batiente del verano y sus pequeños negocios. Son historias, también tristemente confusas. La diferencia está en que nosotros bajamos desde el primer momento el diapasón de la nuestra; sí, gente civilizada. . . guardando, claro está, las debidas distancias —mi desventaja, Nathalie— entre tu tribu y la mía. Pero Lulú es testigo del Tarot; Lulú que parece haber nacido bajo todos los signos del zodíaco, antes hada madrina que rigurosa vidente, ella lo sabe todo a ciencia incierta, tu amiga. Nada con los romanos y sus res gestae; el porvenir se lee bajo la inspiración de los aerolitos, en la mano misma; entre griegos no hay líneas decisivas; una muerte que dice, únicamente ella, la última palabra de lo que un hombre fue; y el temblor en las manos, Nathalie, el brillo o la humedad en los ojos, el deseo.
Ahora sí que tú y yo estamos más lejos uno del otro que dos estrellas de diferentes galaxias. Ningún astrónomo logrará tenernos juntos en su vertiginoso campo visual ni el fotógrafo de Cartagena ante su Polaroid así fue hace la infinidad de siete años el resto de las imágenes son nubes de la memoria y de aquélla y de todas se ha retirado la vida.
Enrique Linh
Y yo que juraba que este Lunes sería como los otros, con el tren volando por la estación como todas las semanas... y acá estoy en cama me carga...espero mañanas mejores...para salir al mundo de nuevo...
Quién no se tomó alguna vez una polaroid en el circo, en el zoológico o con el Viejo Pascuero, quién no cuenta en su historial de infancia ochentera con una foto instantánea??? Y ahora con la modernidad de lo digital, de la foto del celular, hemos perdido el romanticismo de la instantánea, que aunque es siempre es borrosa y desteñida tiene esa calidez que sólo puede tener una foto instantánea de esas que se secan agitándose al aire... acá una inesperada instantánea del Puerto Gris
Muchas personas, en algunas oportunidades, tienen las mismas reacciones que tiene la naturaleza (las debieran tener más seguido). Después de un frente en sus vidas parecen volver a tomar el mando de éstas, parecen llevar el timón firmemente, tal como cuando después de un par de días con mucha lluvia nos despierta un día nítido y limpio, lleno de luz. Pero los días nítidos y limpios después de la tormenta caminan un par de horas así y luego aparecen nubes blancas gordas y grandes, teñidas de ese gris que sabemos que nos anuncia agua, pero estás nubes amenazantes que contrastan con el día azul transparente, son casi siempre sólo eso; amenazas de aguacero, amenzas de que volverá el frente, así son las personas sólo amenazan con recaer en el "frente de su vida" pero luego vuelven a afirmarse y terminan el día lavados y claros, con el cielo pintado de mil estrellas, diciendo adios a la inestabilidad post frontal.
Preparar los pies para salir a chapotear en las posas de agua, botas felices de vivir una buena vida de botas, salir de la casa con lluvia por las calles húmedas caminar por las calles brillantes de Valparaiso, encontrarse con el "Chancho a la Chilena", llegar al puerto y ver las lanchas paradas en un piso de agua, revuelto por el viento, revuelto por la lluvia, revuelto por los desechos que han llegado desde los cerros, cerros que ahora tienen la cara lavada, las gotas chapoteando en el suelo del muelle, suelo techo...el aguacero que vuelve, visitar a los vecinos que aunque ya no están al lado serán mis vecinos para siempre, los vecinos más vecinos...volver a la casa después de una tarde de lluvia y de recuerdos, llena de risas, llena de sueños...tarde de lluvia en el puerto...como las antiguas tardes de mi vida.
En realidad hoy quiero escribir que no quiero escribir, que no quiero tirar palabras al viento sin saber si un ojo lector, si un corazón atento las lee, las ve, las saborea, hoy quiero escribir que no hay nada que escribir. Hoy voy a leer.
Hoy día es uno de esos días con olor a terremoto, con sabor a pan tostado, con dolor de pies y de espalda, con deseos de un masaje, con color a día sin estación, con gallos cantando en la tarde, con niños con juguetes nuevos, con comida escuálida, con ganas de ver los últimos capítulos de la comedia, con cordillera nevada, con sol amarillo, con aire tibio, con perros que ladran, con nubes pintadas con spray, con fotos de políticos absurdos en las calles, con deseos de un té con canela inexistente, con asuntos a medio terminar, con asuntos terminados, con asuntos que comienzan, con polera de cortina, con jefes irritables, con cuatro fantasmas y un perro mutante que inventaron mis hijas y su vecino, con una palmera espiándome desde la calle del frente, con un árbol floreciente, con musgo en el patio, con un mensaje inesperado, que día más raros, un día de aquellos.
De pronto la vida se vuelve rápida y los días desfilan frente a nuestros ojos como soldaditos de plomo amenazadores, rápidos pasan y pasan y a veces son tan veloces que no nos dejan hacer lo que realmente deseamos, suena el reloj levantarse, salir, correr sobre todas las horas...hasta llegar de nuevo a nuestra cama, mirar el techo y enumerar todas las cosas que se quedan, un día más, en nuestro estante de cosas importantes, esperando que las tomemos y las realicemos...tantas cosas que decir, tanto que sentir, tanto que escuchar o leer, pero hay cosas en la vida que nos dan miedo, cosas a las que tememos y esta tonta vida convulsionada nos ayuda a tirar para el lado con el pie, hacernos los lesos, no decir, no hablar, no actuar. También hay cosas que no dependen de uno, que esperamos día a día y no llegan, cosas que otros iguales a nosotros no hacen por miedo, por protegerse, por olvidar. No claudicaré ni en la acción ni en la espera, pues se que algún día tarde o temprano haré todo lo que tengo que hacer y harán todo los que tienen que hacer.
Paso por aquí a diario, a una cita a ciegas conmigo, como pasar a una plaza y sentarse en el mismo banco todos los días y ver la vida pasar, ver las horas, esperar que pasen las personas que transitan todos los días por aquí, personas que vienen a esta cita invisible en la que espero que pase alguien con quien hablar, alguien a quien contarle un secreto al oído. Me canso a veces de esperar y esperar, me canso de venir y que siempre esté desierto, pero vuelvo, para ver si alguien viene a esta cita eterna sin respuesta, hoy estoy cansada, no se si ocuparé mi banco de la plaza mañana...quizás a llegado el tiempo de soltar esta muleta, quizás a llegado el tiempo de sacarme el yeso del corazón, en fin no lo sé, lo único que me queda claro es que quiero una señal, una señal para saber si vale la pena venir al banco de mi plaza día a día.
He pasado toda la noche sin dormir, viendo, sin espacio tu figura. Y viéndola siempre de maneras diferentes de como ella me parece. Hago pensamientos con el recuerdo de lo que es el cuando me habla, y en cada pensamiento cambia el de acuerdo con su semejanza. Amar es pensar. Y yo casi me olvido de sentir sólo pensando en él. No sé bien lo que quiero, incluso de el, y no pienso más que en él. Tengo una gran distracción animada. Cuando deseo encontrarlo casi prefiero no encontrarlo, Para no tener que dejarla luego. No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que quiero. Quiero tan solo Pensar en él. Nada le pido a nadie, ni a él, sino pensar.
Cuántas cosas en la vida quedan a la mitad?Cuánto pendiente sin terminar?Todos cargamos con mitades de cosas que no hemos terminado, que no hemos dejado partir, que nunca hemos puesto en su lugar...siempre hay "buenos motivos" para dejar aquellas cosas a la mitad, pero a veces hay que sentir el peso de tanta mitad junta, tomar algunas de ellas, darles su otro pedazo, deshacerse de las "mitades cachureos" que no tendrán ningún destino en nuestra vida, las mitades valiosas, si de verdad lo son, completarlas y hacerlas enteras nuestras, que si de verdad valen entonces lo merecen...mañana comienza la semana y creo que comenzaré a seleccionar mis mitades para darles un destino...o las completo o las mato dignamente, pero prometo no quedarme con ninguna incompleta.
Si atraviesas las estaciones conservando en tus manos hechas cántaro la lluvia de la infancia que debíamos compartir, nos reuniremos en el lugar en donde los sueños corren jubilosos como ovejas liberadas del corral y en donde brillará sobre nosotros la estrella que nos fuera prometida.
Pero ahora te envío esta carta de lluvia que te lleva un jinete de lluvia por caminos acostumbrados a la lluvia.
Ruega por mí, reloj, en estas horas monótonas como ronroneos de gato. He vuelto a la casa que conserva las cenizas que hacen renacer a los fantasmas que odio. Alguna vez salí al patio a decirles a los conejos que el amor había muerto. Aquí no debo recordar a nadie, aquí debo olvidar la colina de los aromos porque la mano que cortó aromos ahora cava una fosa.
El pasto ha crecido demasiado como para arrancarlo. En el techo de la casa vecina se pudre una pelota de trapo dejada allí por un niño muerto. Entre las tablas del cerco me miran rostros que creía olvidados, y mi amigo espera en vano que en el río centellee su buena estrella.
Tú, como en mis sueños, vienes atravesando las estaciones con la lluvia de la infancia en tus manos hechas cántaro En el invierno nos reunirá el fuego que encenderemos juntos. Nuestros cuerpos harán las noches tibias como el aliento de los bueyes, y al despertar veré que el pan sobre la mesa tiene un resplandor más grande que el de los planetas enemigos cuando lo partan tus manos de adolescente.
Pero ahora te envío una carta de lluvia que te lleva un jinete de lluvia